EL BATALLÓN SAGRADO DE TEBAS, UN EJÉRCITO CON 150 HOMOSEXUALES.



El cuerpo de élite que consiguió derrotar a los mismísimos espartanos también estaba formado por 300 hombres, pero había una particularidad: eran realmente 150 parejas de hombres homosexuales.
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Muy pocos quedan ya que desconozcan la historia de Leónidas y sus 300, la fiereza del combate y sus ansias de libertad, sobre todo después de la insuperable interpretación de un Gerard Butler que encumbró los ideales espartanos. Sin embargo, existe otro grupo de hombres, fieros soldados y diestros combatientes, que cambiaron el curso de la historia de la Antigua Grecia y redibujaron el contorno de su mapa político. Poco se ha hablado de las hazañas de estos valientes que fueron capaces de derrotar hasta a los mismísimos espartanos. Se trata del Batallón Sagrado de Tebas, una formación de combate homóloga a la que en su día dirigió Leónidas pero con una pequeña particularidad:los 300 hombres que combatían en las líneas de Tebas eran 150 parejas de hombres homosexuales.
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Conviene aclarar que el concepto de homosexualidad que tenían en la antigüedad griega dista mucho del que tenemos hoy en día. Era muy habitual en la época y sobre todo entre los jóvenes aristócratas el mantener relaciones homosexuales con un varón de mayor edad, que haría las veces de guía y maestro de la moral. Se le atribuye a Epaminondas, originario de Tebas, la genial estrategia de unificar el amor y la guerra en una única pasión, con un ejército de hombres que serían guerreros, amigos, compañeros y amantes. 150 parejas homosexuales que durante 33 años se mantuvieron invictos abriéndole las puertas de la gloria a Tebas.
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Un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible.
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Estas eran las palabras con las que Plutarco defendía el éxito del Batallón Sagrado de Tebas, que comenzó siendo un refuerzo para el resto de tropas tebanas, distribuidos en la retaguardia, pero que gracias a su destreza y arrojo en el combate llegaron a convertirse en el cuerpo de élite de Tebas.
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Cada una de las 150 parejas homosexuales que conformaban este Batallón Sagrado estaba formada por un joven aprendiz, llamado paraibatai(compañero), y un curtido y veterano maestro, que recibía el nombre de heniochoi(conductor). Era tarea del heniochoiinstruir a su joven compañero en las desidias de la guerra pero también en los ideales de la fidelidad, la disciplina y la rectitud moral.
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El éxito de este cuerpo de élite de Tebas, también conocido como la "compañía de los amantes", residía precisamente en su conformación como parejas:
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Los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados, y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros.
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Ningún miembro del Batallón Sagrado de Tebas se retiró del combate abandonando a su compañero a su suerte. Y es que no solo se trata del orgullo de demostrar a tu pareja que eres digno merecedor de su compañía, sino que era el instinto de protección y -llegado el caso- el deseo de venganza del ser amado lo que insuflaba las fuerzas a estos soldados que se arrojaban a la batalla sin un ápice de cobardía que asomara a sus ojos y con una determinación casi suicida.
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Tres veces lograron los tebanos homosexuales vencer a los espartanos -superiores en número- en combate, derrocándoles de su hegemonía y causándoles una herida de la que Esparta ya no se recuperaría. El Batallón Sagrado de Tebas cambió el curso de la historia helena, siendo el primer ejército que conseguía vencer a los espartanos. Treinta y tres años duró el dominio de los guerreros amantes. Corrían buenos tiempos para la ciudad de Tebas.
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Sin embargo, todo lo que sube irremediablemente tiene que bajar y el Batallón Sagrado de Tebas también vio finalizados sus días de gloria. La primera -y única- derrota de la compañía de los amantes tuvo lugar en la Batalla de Queronea, en la que los tebanos sucumbieron a manos de los nuevos dominadores helenos: los macedonios. Cuenta la Historia que mientras el resto del ejército de Tebas se retiraba en huida del combate los 300 hombres del Batallón Sagrado permanecieron fieles a su tarea sin doblegar ni un ápice su posición, afrontando su destino con la determinación que les era propia y pereciendo como héroes, manteniendo unidas las 150 parejas hasta el final -aunque hay quien asegura que solo se encontraron 254 cadáveres, que se dispusieron tras la batalla alineados en 7 filas -.
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Perezca el quien sospeche que estos varones o sufrieron o hicieron algo inapropiadamente.
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Estas fueron las palabras de Filipo, rey de Macedonia, al ver los cuerpos apilados y entender de qué guerreros se trataba. Fue el reconocimiento que el vencedor le dio al mérito del cuerpo de élite homosexual que luchó con fiereza contra el odio de la guerra y sucumbió ante el mismo por amor.

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